¿Para qué estudiar historia?


La historia prepara a las personas en general y a los jóvenes en particular para el mundo en el que viven. Esta afirmación tiene que superar el problema que supone el que estudiar historia se ha convertido, para muchas generaciones, en la aburrida memorización de una lista de hechos y personajes, y para otras, las más recientes, en un escasamente atractivo estudio de complejas y abstractas estructuras sociales y económicas.

Si a la propia dificultad para estudiar la materia se añade la evolución que han sufrido la sociedad y las formas de ocio, y los conocimientos que en el mundo actual precisan los jóvenes, puede constatarse el desprestigio en el que ha caído la historia como materia de estudio. Esto ha perjudicado al interés por ella, aunque, como ya se ha indicado, la historia, fuera del ámbito educativo, está de moda. Pero esa historia es una historia con otros planteamientos, con otro lenguaje, con otros objetivos y además no hay que estudiarla. ¿Por qué es útil entonces estudiar historia? ¿Para qué es la historia?

Es cierto que, para incorporarse en el futuro a sus puestos de trabajo, los alumnos no necesitarán hacer valer ni demostrar conocimientos históricos, pero carecerán de una visión crítica de la sociedad en que viven. Tampoco se puede negar que en la sociedad actual ni la felicidad, ni la posición social, ni la riqueza, ni el cargo profesional que se ejerce dependen del grado de conocimientos históricos de las personas ni, en ocasiones, de ningún tipo de conocimiento, es decir, de eso que entendemos por cultura.

A pesar de ello, la historia proporciona a los alumnos los elementos necesarios para entender la actualidad. Para uno de los más grandes historiadores del siglo XX, Marc Bloch, el conocimiento histórico es el único medio para la comprensión del presente. Y, como afirma Josep Fontana, la historia es una ciencia que intenta abarcar lo humano en su conjunto y, como ciencia social, es la más próxima a la vida cotidiana; por ello se puede explicar el funcionamiento de la sociedad.

"La comprensión del presente nace de la ignorancia del pasado. Pero no es, quizá, menos vano esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del presente". (Marc Bloch)

"[...] en cuanto se refiera a su utilidad social todas las actividades humanas deben ser valoradas, en última instancia, por el servicio que rinden al conjunto de los hombres. De entre las ciencias sociales, la historia tiene el privilegio de ser la que mayores servicios puede rendir, porque es la más próxima a la vida cotidiana y la única que abarca lo humano en su totalidad". (Josep Fontana. La historia después del fin de la historia)

La historia, al mismo tiempo que facilita la comprensión del presente, también tiene valor respecto al futuro. Aunque con prevención, el historiador puede elaborar previsiones históricas o, por lo menos, convertirse, junto con otros intelectuales, en la conciencia de la sociedad, por su conocimiento crítico del presente. El historiador muestra las causas que han configurado el mundo real y lo analiza con ojos críticos para ayudar a transformarlo. Así, para algunos historiadores, la historia debe ayudar a construir el futuro y a transformar la sociedad para mejorarla.

Pero además del valor que tiene la historia para el presente y para el futuro debemos conocer su función en la enseñanza del pasado.

Aprender con la historia

La historia tiene una función pedagógica y no sólo sirve para mantener en la memoria los grandes acontecimientos del pasado. Requiere un aprendizaje activo y crítico, constituye un ejercicio de expresión y sirve para adquirir hábitos y técnicas de estudio y trabajo.

De su estudio podemos destacar, además, otras funciones.

  • Sirve para situarse en el marco de una conciencia colectiva y comprenderla.
  • Forma la capacidad de juzgar comparando diferentes épocas y sociedades.
  • Desarrolla competencias para el análisis de una situación histórica, por la que se aprende a descomponer los elementos de dicha situación y a determinar sus causas y consecuencias.
  • Desarrolla una conciencia política y un espíritu crítico, pero abierto, democrático y tolerante.
  • Permite una aproximación a las diversidades culturales y favorece el respeto hacia otras culturas y sociedades.
Estas funciones desarrollan competencias que permiten al estudiante ampliar y enriquecer la visión que tiene del mundo y valorar la importancia del pasado en la configuración del mundo presente.

Fuente: Historia del mundo contemporáneo - Bachillerato (2008)

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